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Administración, distribución,
metabolismo y excreción
Inhalación del humo de los porros
La vía de administración más usual es
la inhalatoria a través de "porros", se absorbe
muy eficazmente, pero en el proceso de la combustión
se destruye gran parte del principio activo, por lo que tan
sólo el 20% se incorpora como tal al organismo. De
todos modos, la absorción puede oscilar entre el 2%
y el 50%, dependiendo de la técnica de fumado. La velocidad
de absorción es muy rápida, casi tanto como
la vía endovenosa. La concentración máxima
en sangre se alcanza entre los tres y siete minutos después
de comenzar la administración. Eso es más o
menos lo que se tarda en fumar un cigarrillo, por lo que el
momento de máximo impacto se alcanza al acabar de fumar
el "porro" (aunque a veces se tarda un poco más).
Comer hachís o marihuana (no confundir con comer
semillas de cáñamo, ya que éstas últimas
no tienen principios activos y son muy nutritivas)
La absoción por vía oral, ocasionalmente empleada,
es mucho más lenta y variable. La velocidad de absoricón
es mucho menor, el máximo de concentración de
principios activos en sangre se alcanza una o dos horas después
de la ingestión. El delta-9-THC se absorbe casi completamente
en el intestino, sólo se elimina en las heces el 5-6%
del total que ha sido eliminado sin absorber. El delta-9-THC
sufre un fuerte efecto de primer paso; esto quiere decir que
todo todo el principio activo que ha sido absorbido en el
intestino, pasa directamente al hígado y allí
es destruido en gran proporción. De todo el
principio activo que se ha ingerido, entre lo que destruye
el hígado y lo que se elimina sin absorber, sólo
el 2-10% se incorpora a la sangre.
Qué ocurre con los cannabinoides dentro del organismo
Inmediatamente después del incremento en los niveles
en sangre tras la administración pulmonar o endovenosa,
los niveles en sangre caen rápidamente debido al paso
del delta-9-THC a los tejidos. Accede fácilmente al
cerebro (donde produce los efectos psicodislépticos),
debido a que es una sustancia muy liposoluble y atraviesa
fácilmente la barrera hematoencefálica (una
capa que separa el cerebro de la sangre y evita que pasen
sustancias que serían nocivas para el cerebro). Tiene
gran afinidad por las zonas grasas donde se acumula, pudiendo
permanecer almacenadas cantidades apreciables durante varias
semanas; al mismo tiempo en el que se eliminan los compuestos
que están en la sangre, se van liberando lentamente
los acumulados en el tejido adiposo; debido a esto permanecen
durante bastante tiempo en el organismo. El delta-9-THC se
puede detectar hasta cuatro días después de
su consumo. Al igual que ocurre con la barrera hematoencefálica,
los cannabinoides atraviesan la barrera placentaria (son capaces
de acceder al feto en mujeres embarazadas), y en animales
han sido detectados en la leche de las hembras.
El metabolismo de los cannabinoides es muy complejo, se han
detectado cientos de metabolitos (productos de transformación
de los cannabinoides). En el hombre dos terceras partes de
la eliminación de estas sustancias se realiza por las
heces: los cannabinoides se transforman en otras sustancias
menos tóxicas y más fáciles de eliminar
en el hígado, luego van a la vesícula biliar
y se excretan al intestino en la bilis, y por último
son eliminadas junto con las heces. El tercio restante se
elimina por la orina.
Entre los ácidos cannabinoides procedentes del metabolismo
está el ácido delta-9-THC-11-oico, uno de los
mayoritarios, que, por su largo tiempo de permanencia en el
organismo, es utilizado para detectar el consumo de marihuana
hasta veinte días después de haberse producido.
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